El principal atractivo de la gastronomía gallega es su variedad, hasta tal punto que cuesta trabajo decir cual es el plato típico de la región. Pero si hay algo común a todos sería una forma de cocinar familiar y cariñosa, artesanal, pausada, abundante y variada. Un mismo producto se prepara de múltiples maneras y en cada lugar tiene un distinto sabor. Se podría decir que la cocina gallega es una cocina clásica, en el sentido que se le da a esta palabra en la historia del arte, porque alcanza el ápice de su belleza con los elementos más sencillos y naturalmente combinados.
El lacón con grelos es una de las comidas más típicas durante los meses fríos, desde San Martiño, a primeros de noviembre, hasta el martes de carnaval. Además del lacón cocido y los grelos enteros, se añaden patatas y chorizo. Otro plato fuerte es el cocido gallego, compuesto de jamón, carne de vaca y gallina, y chorizo, con grelos o repollo, patatas y garbanzos. Metidos de lleno en el invierno y especialmente en los días de Navidad, una de las carnes mas saboreadas es el capón, nacido en abril y cebado meticulosamente en la capoeira un mes antes del sacrificio. Son muchos los lugares de Galicia donde se ceban ritualmente, por lo menos desde el siglo XV, pero los de la Terra Cha y más concretamente los de Vilalba, tienen un merecido crédito.
Las empanadas merecen capitulo aparte. Se hacen de todo y todo puede meterse dentro de la empanada. Una de las características de la empanada gallega es la suavidad, ligereza y finura del pan, sobre todo en las de las zonas costeras. El compango va siempre azafranado, con aceite, pimiento y abundante cebolla.
Hablar de pescados y mariscos en Galicia puede ser un tópico, pero no por ello vamos a callar. Existe una gran variedad de pescados, los más sabrosos son sin duda los que se pescan en las rías o en las proximidades de la costa: Merluza, rodaballo, lubina, mero, lenguado... Se degustan en las preparaciones clásicas, a la plancha, a la gallega o en caldeirada, o sofisticadamente adobados por cocineros especializados.
Pasando a los mariscos y moluscos, tenemos en el exquisito camarón un preciado aperitivo, como los calamares y los chocos, fritos o en su tinta, o la nécora. Los percebes concentran la quinta esencia de todos los sabores del mar. A continuación vienen los que se comen crudos como la almeja fina y la ostra. Otro grupo de mariscos hace plato fuerte como la centolla, la langosta, el bogavante, los langostinos, las vieiras y las almejas en sus mil variedades de salsas o el nutritivo y accesible mejillón. Hay, por fin, un molusco, el pulpo, que debemos citar por su humildad y porque se toma en todos los meses del año y en todas las ferias de Galicia. El pulpo "a la feira", cocido, troceado, adobado con pimentón y sal, y rociado con aceite crudo.
Entre los peces de río, podemos saborear las truchas y los salmones, las angulas y las anguilas, los sábalos, reos, lampreas...
Para terminar esta breve ruta por la gastronomía gallega, recordaremos la bondad de sus quesos frescos, la exquisita elaboración de la repostería y las filloas, que constituyen el más original y agradable postre que se puede saborear en nuestra tierra.
"Nada se cultiva en Galicia - dice el enólogo Xosé Posada - con tanto mimo como el vino". En toda Galicia se produce vino, aunque principalmente en la mitad sur. En una enumeración rápida, tendríamos que destacar las tres principales denominaciones de origen: Rías Baixas, Ribeiro y Valdeorras. Se pueden saborear, además, los propios de cada comarca, especialmente el vino de Amandi en la de Monforte, y los del valle de Verín y Monterrei, sin olvidar que una buena comida puede terminarse con la digestiva y reconfortante queimada.
miércoles, 17 de junio de 2009
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